
Un centro decente, el primero que le pusieron en todo el campeonato, fue lo único que necesitaba para soltar esas lágrimas de bronca que el Pampa tenía atragantadas después de tanto luchar y luchar. Si el domingo pasado se fue rechazando aplausos, hoy puede por fin tomarse un minuto para celebrar. Se podrá decir cualquier cosa de Roberto Sosa. Nunca fue un virtuoso y jamás lo será, pero no lo pensó dos veces cuando tuvo que dejar la comodidad de Europa para llenarse de barro en la pelea por no descender.
El equipo salió a jugar decidido y por el piso, y paradójicamente los dos goles rápidos lo hicieron retroceder, para sacar enseguida el catenaccio del ropero y aguantar. No está mal la fórmula y si hay que defender para sumar, vale jugar con tres arqueros. De todas formas, nos sigue faltando tener más la pelota, administrarla con criterio y llegar más armados y con más gente. Lo último es para Piatti. Tantas veces criticado en estas líneas, ahora parece otro jugador: da gusto verlo así, luchando y jugando, con menos lagunas y más continuidad
PABLO RAMON
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