viernes, 17 de julio de 2009

La pesadilla que fue sueño

El insomnio de las 4 de la mañana pensando en el domingo siguiente. Las caminatas con la mirada perdida, hasta que el recuerdo del primer partido de la mano de tu viejo te empañaba los ojos. Las cuentas, a cualquier hora y en cualquier lugar. "Estoy cansado" era la respuesta a cualquier invitación: no te daba decirle a tus amigos que no jugabas al fútbol 5 porque la cabeza estaba en otro lado. Ni hablar de explicarle a tu novia que "al cine hoy no" quería decir "¡no te das cuenta lo que estoy viviendo!". La búsqueda de aquella remera "que usé el día que le ganamos a Central allá" y que fue el principio de la escalada interminable de costumbres y promesas. La misma ropa. Comprar en ese kiosco. Los bombones de Patry. No caminar por tal calle. La pulsera. La Madre Teresa de Calcuta. El teléfono "que se abre y ganamos, posta". Ir a la cancha siempre los mismos y desconfiar si se agrega alguien. El flaco con la 5 del ascenso en Abasto. Y entrar siempre por la misma puerta. Y pisar el mismo lugar de la tribuna. Si hasta los jugadores escuchaban a Palito Ortega..."Y si nos salvamos prometo que..." La frase tiene miles de finales. Punta del Este, diluvio para recibir al lobo. Las viejas caras nuevas. La ilusión. El miedo desde aquel partido con la lepra. Chirola no está bien. Otra vez lo mismo. Chau Topo. ¡¿Madelón?! 0-0. "Que bien ese pibe Rinaudo". Leguizamón. ¡Gol del Pampa! Tres al hilo. Jujuy parecía una final. Mar del Plata. El pum-pum le ganó al tiki-tiki. Afuera de todo. Nada alcanza. Murmullos. La noche más oscura. Alonso por Sosa. Más miedo. ¡3 a 1 al campeón! Tucumanazo. Terror en Santa Fe. Lágrimas en la Boca (la noche más difícil). Rafaela nunca vió una hinchada así. 40 partidos... 12 de Julio. Imágenes de 25 años en 90 minutos. Esperanza y lágrimas con el reloj como enemigo. Al final, tanto sufrimiento no alcanza para pagar ese minuto 47, el sublime instante de la palomita de Niell. El Bosque se vino abajo. ¡Otra que terremoto! Y Dalto que emociona y al mismo tiempo es un homenaje a la historia del relato rioplatense. Flashes. Chirola con la gente. La fiereza de Diego. El llanto de Pipino, del Gato, de todos...7 y 50 y miles de triperos recuperando el festejo, esa alegría que les habían robado. Con esta victoria histórica, el Lobo sepultó el pasado, dejó de ser el malo de la película para volver a ser un club querido, simpático, al que dan ganas de que le vaya bien. No hay palabras. Un final de novela para un año eterno. Miles de almas acompañaron la paloma de Niell. Justo el 22. Justo el día del cumpleaños de Favaloro. ¡En casa! Basta del karma del perdedor de finales: Gimnasia ganó siempre que estuvo contra las cuerdas, en Tucumán, en la Bombonera, el domingo...el domingo no tiene nombre. Decile como quieras. Hazaña. Proeza. Milagro. Gimnasia.
Publicado por Facundo Ache

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